The Test (Spanish) - Volume II
Jim se despertó con un fuerte dolor de cabeza, confuso sobre dónde estaba. Mientras contemplaba la habitación blanca y estéril, los acontecimientos que le habían llevado hasta ese momento le fueron viniendo poco a poco a la memoria...
Hacía dos días, Jim había visto un anuncio que buscaba participantes para un estudio psicológico sobre la toma de decisiones. Le llamó la atención el considerable pago que ofrecían. Como estudiante de último año de universidad con dificultades para pagar la matrícula, se inscribió con entusiasmo.
El instituto de investigación era muy seguro, con múltiples controles y escáneres. Una vez dentro, Jim fue recibido por la Dra. Richardson, una elegante mujer con una impecable bata de laboratorio. Le condujo a una pequeña sala y le hizo rellenar un largo cuestionario.
Las preguntas iban desde dilemas morales hasta la evaluación de preferencias y rasgos de personalidad. Tras una última prueba de cociente intelectual, la investigadora dio las gracias a Jim y le dijo que le notificarían en 48 horas si había sido seleccionado para la siguiente fase. El primer día, Jim no pensó en nada más.
A la mañana siguiente, Jim se quedó de piedra cuando la propia Dra. Richardson apareció en la puerta de su apartamento. Le sonrió afectuosamente. "¡Enhorabuena, James, has sido elegido para nuestro proyecto especial! Es un programa muy competitivo".
Jim no podía imaginar lo que le ofrecía, pero a instancias de ella accedió a someterse a más pruebas. En el instituto, Jim fue sometido a un minucioso examen médico y a una batería de evaluaciones psicológicas y de inteligencia.
Tras la intensa sesión de seis horas, el Dr. Richardson le extendió una inesperada invitación a cenar para conocerse mejor antes de que comenzara el proyecto. Halagado, Jim aceptó. Pasaron una animada velada charlando entre filetes.
A última hora de la comida, el científico se inclinó hacia delante con semblante serio. "Para ser totalmente transparente, James, el proyecto para el que has sido seleccionado pretende resolver ciertos... problemas sociales. Presiones demográficas, desigualdad económica, conflictos políticos. Si se pudieran aplicar soluciones sin causar trastornos, ¿estaría de acuerdo en que eso merece la pena?".
Sin saber qué tenía que ver esto con él, Jim asintió lentamente. "¡Bien!" dijo alegremente el doctor Richardson, desapareciendo todo rastro de gravedad. "Permítame que le acompañe, mañana empezamos temprano".
En el aparcamiento, el investigador acercó a Jim. "Eres especial, ¿lo sabías?". Antes de que pudiera reaccionar, ella le pasó un paño por la cara hasta que su mundo se volvió negro.
Ahora Jim estaba aquí, encerrado en una inquietante habitación blanca. Golpeó la puerta en vano antes de dejarse caer en la cama, con la cabeza entre las manos. ¿A qué extraño experimento se había prestado voluntario sin saberlo?
Al cabo de horas, una puerta oculta se abrió y entraron dos ayudantes. "Es hora de empezar la preparación", anunció uno de ellos, sacando una jeringuilla. Jim intentó resistirse, pero lo encadenaron eficientemente y le inyectaron algo que hizo que su cuerpo se paralizara.
Atado a una camilla, Jim fue transportado al interior de las instalaciones. Lo introdujeron en un reluciente laboratorio lleno de equipos y cámaras de cristal. Dentro de un tanque flotaba un enorme cerebro grotesco, con cables que salían de su masa palpitante.
Al verlo, Jim retrocedió horrorizado. "¿Qué me habéis hecho?", gritó con voz ronca. El científico principal, el doctor Richardson, se volvió con aire divertido.
"No seas tan aprensivo, James. Estamos liberando todo el potencial de la mente humana". Señaló a su alrededor con orgullo. "Todos nuestros sujetos se someten a un proceso de mejora cognitiva. Estimulamos regiones latentes y forjamos nuevas conexiones neuronales. Tú serás nuestro prototipo más reciente".
Jim escuchó atónito cómo la doctora sociópata describía el desencadenamiento intencionado de síntomas similares a la psicosis para fragmentar y expandir su conciencia. Una vez reducido a un estado mental primitivo, sería reconstruido en un ser hiperinteligente y solucionador de problemas.
"¿Por qué yo?", preguntó, luchando contra sus ataduras. El Dr. Richardson le sonrió fríamente. "Presentabas los rasgos que buscamos: alto coeficiente intelectual, moral flexible, falta de apegos. No se preocupe, ya me lo agradecerá".
Las súplicas de piedad de Jim fueron ignoradas. Mientras lo preparaban para el procedimiento, imágenes de su vida pasaron ante sus ojos. Pensó en su familia y amigos, se preguntó si alguna vez sabrían lo que le había pasado.
En su desesperación, Jim tuvo de repente un momento de claridad. Todas las pruebas y evaluaciones... ninguna medía cualidades como la compasión, la integridad o la sabiduría. Esta lunática que veía a las personas como herramientas para manipular a la sociedad... había fracasado por completo en su intento de comprender el espíritu humano.
Jim cerró los ojos mientras le introducían la cabeza en el aterrador artilugio. Si éste iba a ser su final, deseaba enfrentarse a él con el valor y la dignidad intactos. Cuando la máquina empezó a zumbar, se refugió en su santuario interior, evocando recuerdos de amor y belleza.
Varios técnicos frenéticos gritaban que estaban perdiendo lecturas de sus constantes vitales y de su actividad cerebral. En medio del caos, Jim sonrió débilmente. Sus captores podían mutilar su cuerpo y secuestrar su mente, pero nunca podrían tocar de verdad su alma sin su consentimiento.
Puede que hubiera perdido esta batalla física, pero Jim sabía que, al final, la luz vencería a la oscuridad. Un día este mal caería. Más allá de eso, se entregó al misterio, listo para cualquier aventura que le esperara. La cámara estalló en un resplandor blanco y luego todo quedó en silencio.
"La Prueba" de Oscar Mendieta Bravo

Comments
Post a Comment