The Darkened Room (Spanish) - Volume IV

Encontré un anuncio que buscaba sujetos para un experimento psicológico. Parecía dinero fácil y una oportunidad de contribuir a la ciencia, así que me apunté. Pero cuando el servicio de coches me dejó en un almacén anodino a las afueras de la ciudad, debería haberme dado cuenta de que las cosas no eran tan sencillas.

Dentro, un investigador me dio la bienvenida y me condujo a una pequeña habitación blanca en la que sólo había una silla de madera. Me colocó sensores en las sienes y las muñecas y me explicó que iban a controlar mis reacciones. Cuando le pregunté en qué consistía exactamente el experimento, se limitó a decirme que pronto lo sabría.

Cuando salió y cerró la puerta, la habitación se quedó a oscuras. Momentos después, un proyector oculto mostró imágenes demasiado breves para procesarlas: patrones fractales, rostros inquietantes, símbolos extraños. Mientras tanto, se oían ruidos espeluznantes y olores extraños.

El bombardeo de efectos audiovisuales continuaba cíclicamente sin que pudiera discernir ningún patrón. A veces pasaban minutos en silencio y oscuridad. Al principio, intenté encontrarle sentido, pero al final me resigné a soportar el desconcertante bombardeo. Tenía que confiar en que aquello sirviera a algún propósito científico.

Al cabo de unas horas, nada había cambiado y la inquietud empezó a apoderarse de mí. Pregunté cuánto faltaba para que terminara la prueba. No obtuve respuesta. ¿Se habían olvidado de mí? El pánico aumentó y golpeé las paredes. Pero las imágenes hipnóticas seguían parpadeando sin sentido.

Agotada por los constantes estímulos, debí de quedarme dormida. Me desperté sobresaltada cuando se abrió la puerta y entró tranquilamente el investigador de antes. Comprobó los sensores conectados a mí y tomó nota sin decir palabra antes de marcharse de nuevo.

Pasaron más horas interminables de luces psicodélicas y ruidos chirriantes. Perdí la noción del tiempo, sin saber si pasaban minutos o días entre las esporádicas y silenciosas comprobaciones del investigador. Mi sentido de la realidad se desdibujaba en el claustrofóbico vacío.

Durante un periodo de medio sueño, un murmullo distorsionado impregnó la oscuridad. Me esforcé por distinguir las palabras y capté frases sobre "límites cognitivos" y "psicosis inducida". Mientras escuchaba horrorizada, las voces se desvanecieron. ¿Las había imaginado?

Por mucho tiempo que pasara en aquella habitación, no me proporcionaron nutrientes ni agua. Mi cuerpo se puso rígido y mi mente deliró. Las imágenes palpitantes se agolpaban detrás de mis ojos, incluso con ellos cerrados. No podía distinguir la vigilia del sueño. ¿Había muerto y descendido a un infierno de neón?

Justo cuando sentía que perdía mis últimos restos de cordura, entró el investigador y me ayudó a salir de la habitación sin mediar palabra. Cuando pasamos junto a los monitores de seguridad que mostraban la cámara blanca y vacía, me di cuenta de algo escalofriante. El experimento había tenido éxito: mi mente se había convertido en la sala oscura, deformada hasta quedar irreconocible. Sólo yo abandonaría este lugar, mientras alguna parte rota se quedaba atrás.

En las borrosas secuelas, me aferré a fragmentos de mi antiguo yo. Cuando intentaba contar mi odisea, la gente me miraba con recelo. El anuncio anónimo y el almacén habían desaparecido sin dejar rastro. Me asaltaban preguntas sin respuesta. ¿Qué habían aprendido de mi destrucción? ¿Por qué yo? ¿Había sido todo una prueba de voluntad?


"El Cuarto Oscuro" de Oscar Mendieta Bravo

Comments